En mi último blog, di un consejo muy saludable a l@s homofóbic@s: dejen de serlo. Así de sencillo. Algun@s se ofendieron y trataron infructuosamente de justificarse porque no querían ser catalogad@s como lo que son, pero es que no se puede dorar la píldora. Las cosas se llaman por su nombre. Son homofóbic@s. Aunque eso sí, pueden cambiar.
De hecho, tuve una comentarista autodenominada «Karizia» que me escribió lo siguiente en un mensaje que envió a mi correo electrónico: «En mi casa se enseña a respetar la diversidad porque somos seres humanos, más no se ‘promueve’ la homosexualidad. A mis hijos les enseño el respeto a todos, pero no le enseño que puede elegir para enamorarse a cualquiera de los dos sexos, el varón se enamora de la mujer, la mujer del varón. Cuando sean adultos, si ellos eligieran algo diferente, me guste o no, lógicamente tendría que aceptar esa decisión de adulto. Mientras sean mis hijos, le enseño que la elección es una, si desean ir contra eso pues les enseño que aunque es el mismo respeto para todos, no significa que la conducta de todos los seres humanos es imitable. Se les respeta porque la sexualidad es privada pero no quiere decir que enseño a mis hijos que tienen las puertas abiertas para cualquier conducta».
«Karizia» cerró su mensaje con esta sentencia: «Guste o no, es una opinión y si por ello pensaran que soy homofóbica, pues… lo importante es que es mi opinión…»
Felicito a «Karizia» por tener la intención de enseñar a sus hij@s sobre el respeto a la diversidad y a todos los seres humanos, sean gays o heterosexuales. Pero hasta ahí llega la felicitación, pues el catalogar la orientación sexual como algo que se escoge va en contra de esa intención de respetar la diversidad. De hecho, su planteamiento para negarle la libertad a sus hij@s a ser es una claramente homofóbica, pues lo único aceptable en su hogar sería la heterosexualidad.
Esto me trae a una confusión, muy habitual, de los detractores de la igualdad y aún de aquell@s que tienen buenas intenciones: el catalogar a la orientación sexual como un estilo de vida que se escoge. Nada más lejos de la realidad. La orientación sexual es la atracción física y emocional hacia personas del mismo sexo (gay o lesbiana), hacia personas del sexo opuesto (heterosexual) o hacia personas de ambos sexos (bisexual). La orientación sexual no se escoge, ni es una conducta, ni es una preferencia; sino que es una característica más que nace con el ser humano y no se puede cambiar.
Estilo de vida es una forma de vida que nace de las necesidades, percepciones, actitudes, intereses y opiniones individuales. Es la forma en que se entiende la vida, expresada en todos o en cualquiera de los ámbitos del comportamiento, fundamentalmente en las costumbres o la vida cotidiana, pero también en la relación con el entorno o en las relaciones interpersonales. O sea, es un conjunto de comportamientos o actitudes que desarrollan las personas.
En términos sencillos, mi estilo de vida es el que desarrollo en mi entorno: voy a mi trabajo, comparto mi vida con mi pareja, me visitan y visito a mis amig@s y familiares, voy al cine, compro en el supermercado, voy a las tiendas, hago ejercicios, hago activismo, leo, voy a la playa, etc. Estas cosas las puedo cambiar, pero no mi atracción hacia mi novio Steven. Es mi naturaleza.
Nuevamente, hago un llamado a l@s homofóbic@s: si no quieren que se les llame homofóbic@s, no lo sean. Eso sí se puede cambiar. Es más, les invito a que cambien. He aquí un consejito final para que pueda vivir en paz: si no cree en las relaciones entre personas del mismo sexo, no la tenga. Pero deje vivir a los demás seres humanos en la paz que usted exige. Es el acto más moral y noble que podrá hacer. Se lo recomiendo.
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