Hoy cierra un año más en nuestras vidas. Hoy miramos atrás para reconocer las enseñanzas de un año más. Para mi cierra uno de los capítulos más hermosos y profundos de mi vida. Y con este fin, comienza una nueva oportunidad para seguir haciendo de la esperanza, una realidad.
El 2005 fue para mi un año de grandes cambios, y de mucho crecimiento. Tuve grandes transiciones, pues entre otras cosas, Leo y yo decidimos continuar caminos separados, aún con todo el amor que nos tenemos. Además, me mudé para la ciudad de Nueva York para explorar una nueva aventura de vida.
Ambas decisiones fueron difíciles, dolorosas, pero con mucho amor y arraigadas en un elemento en común: la esperanza.
Esperanza que nunca se aparta de mi corazón y que motiva todas mis acciones. Esperanza que me levanta, que me anima, que me empuja, que me sorprende, que me contagia.
Cuando Leo y yo decidimos terminar nuestra relación, la esperanza de volver a amar, tras haber recordado lo que es amar de verdad, se alojó en mi corazón. El amor más puro y sublime lo sentí desde que conocí a ese hombre maravilloso. Su amor fue una entrega total, al igual que me dí por completo a conocer y disfrutar cada aspecto de él y de nuestra relación. Como les conté anteriormente, lo que comenzó en amor terminó en amor.
Luego, me llegó la oportunidad de mudarme a la ciudad de Nueva York. Estuve analizando varias ofertas de trabajo en los Estados Unidos, incluyendo la posibilidad de convertirme en Director Ejecutivo de una organización para personas de color LGBT en Austin, Texas llamada ALLGO.
Sin embargo, Freedom to Marry me conquistó con su oferta y con su misión. Una oferta de unirme a un movimiento de derechos civiles de nuestros tiempos. Además la tentación de vivir en la ciudad de Nueva York tiene su encanto y recién comienzo a descurbirlo.
Atrás dejé los miedos a lo que podía suceder. Miedo a no poder encontrar a otro hombre tan maravilloso como Leo para rehacer mi vida amorosa. Miedo a que podría pasar al irme de la patria a una ciudad tan retante como Nueva York.
Dejé el miedo a un lado… pues el miedo a veces paraliza e imposibilita el crecimiento y detiene la esperanza. Tomé el miedo como aliento para luchar y para descubrir mi destino.
Dejé atrás el cariño de un pueblo que se ha desbordado en amor para con este ponceño que ha hecho de su lucha su vida y su vida su lucha. Deje atrás el reconocimiento y el respeto de una sociedad que recién comienza a aceptarnos como ciudadan@s de primera que merecemos ser. Dejé atrás el respeto y el lugar privilegiado que la prensa de mi país me otorgó para poder llevar mi mensaje de que un Puerto Rico Para Tod@s es posible. Dejé atrás el apoyo y orgullo de una comunidad lésbica, gay, bisexual y transgénero (LGBT) que me dió tanto amor por estar en la línea de fuego. Dejé atrás el amor de toda mi familia, de mis amig@s, de mis compañer@s de lucha, de mi amig@s de PRparaTODOS, de mi pueblo.
Y digo que lo dejé atrás porque ahí es donde quiero que todo esto permanezca. No pretendo trasladar todo esto a mi nueva ciudad, sino que siga creciendo la semilla que sembré en mi patria. Que esa semilla dé el fruto de un Puerto Rico Para Tod@s.
Dejo en mi tierra todo ese amor para que ilumine el corazón de mi gente para que puedan seguir fortaleciéndose y naciendo voces que luchen por la libertad, la igualdad y la justicia.
Dejo en mi tierra el orgullo, el respeto y el reconocimiento de un pueblo que me acogió con tanto amor para que otr@s siga cargando la antorcha de la libertad hacia su destino… un lugar, un tiempo, una vida en la que tod@s podamos ser libres.
Dejo en mi tierra todo pues en mi tierra fue que nació todo ese amor, todo ese respeto, todo ese reconocimiento, todo ese orgullo, toda esa lucha.
Dejo en mi tierra todo pues mi corazón, mi lucha están permanentemente ligados a la esperanza de vivir en un Puerto Rico Para Tod@s.
Lo dejo atrás, pero continuo luchando desde mi trinchera a que ese Puerto Rico Para Tod@s sea una realidad. Por eso los esfuerzos por diseñar el portal de http://www.prparatodos.org y los esfuerzos de mantenerme en contacto a través de este blog. Por eso los esfuerzos de seguir aportando, desde acá, a la lucha de Puerto Rico.
Y que nadie me diga que no puedo seguir opinando o luchando por mi patria, pues al mudarme no dejé de ser puertorriqueño… todo lo contrario, cada día me reafirmo en mi identidad, en mi dignidad, en mi nacionalidad. Soy más boricua cada día…
Puerto Rico me hizo el hombre que soy. Puerto Rico me honró con la oportunidad de crecer como un luchador por la esperanza. Puerto Rico me dió el amor, el respeto, el reconocimiento y el orgullo de ser un borincano de corazón que cree en su gente.
Es precisamente por ese amor que he recibido que permanezco luchando por mi deseo genuino e intrínseco de defender la dignidad de todos los seres humanos. Mi convicción pura e inquebrantable que la dignidad de todos los seres humanos es inviolable y que tiene que ser defendida, respetada, celebrada y reafirmada para y por tod@s.
Mirando hacia atrás veo el camino trazado con un alto sentido de orgullo. Mirando hacia el frente… me motiva y me inspira la esperanza.
Esa esperanza de que al fin llegue el día en que nadie se nos quede a orillas del camino. Esa esperanza de que tod@s vivamos en libertad, en justicia, en igualdad. Esa esperanza de que el amor prevalezca y siga abriendo surcos de felicidad. Esa esperanza de que cada ser humano puede construir y vivir en un Puerto Rico, un Mundo para Tod@s.
Vivo con la esperanza a flor de piel. Vivo con la esperanza en mi mirada. Vivo con la esperanza dándole fuerzas a mi corazón. Vivo con la esperanza guiando mi camino.
Qué viva la esperanza. Hagamos de la esperanza, una realidad…