
Nunca he parado. Tampoco me han detenido. Es hora de tomarme una pausa.
Hoy cumplo 24 años de activismo —prácticamente ininterrumpidos— a favor de los derechos de la dignidad, la equidad, la libertad y la humanidad de la gente LGBTTIQ+.
En realidad comencé algo antes, pues en 1988 fui destacado en la portada de El Nuevo Día al organizar una marcha en honor a un joven que fue asesinado vilmente en las mismas calles por las cuales yo caminaba para llegar a mi escuela.
Es por esto que he escogido esta fecha para hacer un alto. Recuerdo ese día, hace 24 años, como si fuera hoy.
Días antes había visto cómo el representante de mi distrito, Epi Jiménez Jr., había sometido un proyecto de ley para prohibir que en nuestro país se reconocieran legalmente los matrimonios entre parejas LGBTTIQ+ realizados en jurisdicciones fuera de Puerto Rico.
Sin haberlo hecho antes, pedí un turno para participar en las vistas públicas y presenté mi ponencia. Mis palabras de entonces eran dignas, aunque sin el conocimiento de la lucha por la defensa de la gente LGBTTIQ+ que forjé con los años.
Eso sí, al ver cómo se trataba de humillar a mi gente, de menospreciarnos y de tratar de relegarnos a una ciudadanía de tercera categoría, allí mismo decidí que correría a un puesto político.
Meses después, hacía portada en Primera Hora, anunciando mi aspiración como la primera persona abiertamente LGBTTIQ+ y vih+ en buscar llegar a la Legislatura. El PNP me abandonó y mostró su persistente homofobia institucional, a pesar de yo haber dejado por ese partido el pellejo en las calles, en los colegios electorales y en la universidad.
Poco después entendí que mi rol era otro: me tenía que convertir en activista. Y así lo hice. Empecé con la Fundación de Derechos Humanos, luego fundé Puerto Rico Para Todes.
Abrí, de par en par, mi vida privada para educar. Aprendí del feminismo que lo personal es politico y convertí mi vida en una lección de amor, de lucha y de esperanza.
Años después, con mi entonces novio Steven, formamos parte de una de las portadas periodísticas más controvertidas y más importantes de nuestra historia. Fue la primera vez que un beso de dos hombres, lleno de amor, solidaridad y dignidad, se posicionaba en la primera plana de un periódico en Puerto Rico. “Amor gay sacude al Capitolio. Beso público en busca de legalidad”, leía la portada.
Tras muchos años de lucha, me convertí en uno de los activistas más atacados de este país. Lo escribo sin ínfulas de nada. Es la verdad.
Quienes abrazan el activismo social reconocen que siempre hay que pagar un alto precio por mantener sus convicciones, resulta inevitable. Por algo el boicot contra el titiritero tuvo implicaciones tan dolorosas en mi vida, pero logramos sacarlo de su pedestal cuando estaba en primer lugar de “ratings”. Con mucha dignidad y amor, vencimos su odio.
Mi trabajo de activismo es antipático. Cambiar las mentes y tocar los corazones de las personas para que desaprendan tantos años de homofobia y transfobia es un trabajo arduo. Hacer que una persona se mire por dentro y reconozca algo injusto dentro de sí, tiene que ser de las tareas personales más difíciles de realizar.
Con las vueltas de la vida, Epi Jiménez luego se convirtió en quien le dio la oportunidad a Soraya Santiago para que fuera la primera candidata abiertamente trans en aspirar a un puesto público.
Con las vueltas de la vida, mi familia se convirtió en activista, demostrando los retos e incertidumbres que eso conlleva, pero a la vez exhibiendo un amor incondicional que lo vence todo. Mami y Papi, junto a mis hermanos, me acompañaron a la Legislatura, a los medios y a mis marchas.
Hay una foto icónica, publicada en El Nuevo Día, de mi madre abrazándome con dolor al escuchar a una mercader del odio menospreciar a quienes vivimos con vih. Mi cara erguida con la mayor dignidad enmarca ese temple para aguantar tanta injuria.
Ese mismo diario recibió un premio a la Entrevista del Año por un perfil que realizó Marcos Pérez Ramírez sobre mi familia.
Con las vueltas de la vida, me toca organizar la más concurrida celebración de nuestra lucha LGBTTIQ+, Orgullo Boquerón de manos de su fundadora, la legendaria Talin Ramos.
Con las vueltas de la vida, la organización que fundé, Puerto Rico Para Todes, es la única en ser parte de las demandas que nos han reconocido derechos: el matrimonio igualitario y el cambio en el certificado de nacimiento de la gente trans.
Con las vueltas de la vida, he sido partícipe de las luchas por lograr las leyes, órdenes, protocolos y reglamentos que nos reconocen nuestros derechos como personas LGBTTIQ+ en nuestra patria.
Con las vueltas de la vida, fui director de la clínica de vih más grande y mejor de nuestro país, el Programa Vida, así como de la primera clínica trans nombrada en honor a la icónica Soraya Santiago.
Con las vueltas de la vida, he caminado de la mano de Ricky Martin, Kany García y Orlando “El Fenómeno” Cruz al mostrarse tales y cuales son.
Con las vueltas de la vida, triunfé en la ciudad más difícil del mundo, trabajando en dos organizaciones nacionales estaounidenses a favor de la causa LGBTTIQ+ y en la Legislatura de la ciudad más importante del mundo.
Con las vueltas de la vida, he recibido innumerables premios y reconocimientos por una labor que se hace de corazón; incluyendo ser nombrado «Orgullo Puertorriqueño» en el Desfile Nacional Puertorriqueño en Nueva York.
Con las vueltas de la vida, he sido objeto de los ataques más viciosos que ser humano alguno jamás debería sufrir.
Desde injurias y calumnias, hasta amenazas, persecuciones y atentados contra mi vida. Las redes sociales y los medios están inundados de odio en mi contra.
No he tenido un solo día de tregüa. Ni tan siquiera cuando mi madre murió. Así son algunos sectores de nuestro país. El sistema te quiere destruir, los medios se hacen cómplices y las redes se convierten en tu paredón.
Me tomó tiempo, pero llegué. He andado mucho y he abierto muchos senderos. He tenido mucha exposición pública y han tratado de asesinar mi reputación. No lo han logrado, ni lo lograrán.
He decidido hacer transiciones importantes en mi vida y ahora se impone una pausa. He puesto mi vida en la línea de fuego por causas que son más grandes que yo y no me arrepiento.
Ahora llegó el momento de dar un giro. Ahora me toca refugiar mi alma. Estaré menos presente en las redes, en los medios y en las luchas sociales. Estaré más presente en mi interior.
Se lo prometí a Mami antes de morir.
Seguiré luchando y escogiendo bien las trincheras. Es hora de que los caminos ya andados abran paso para que otres caminen en amor, libertad y paz.