Blanco de violencia: lesbianas y gays latinos
Pedro Julio Serrano
OPINIÓN – 06/23/2007
El Diario/La Prensa
Imagínese ser amenazado, hostigado o hasta asesinado por simplemente ser quien uno es: latino, gay, transgénero, inmigrante.
Pues, sucede todos los días. Según estadísticas, los latinos somos víctimas de crímenes de odio en alarmante desproporción. De las víctimas que son lesbianas, gay, bisexuales o transgéneros, el 25 por ciento son latinos. Para echarle sal a la herida, las víctimas de crímenes de odio no tenemos protecciones federales.
Todo puede cambiar este año. El Congreso está considerando una medida sobre crímenes de odio que ayudará a rectificar estas injusticias. Es imperativo que el Senado apruebe la medida y el Presidente Bush la firme en ley. Es especialmente crítico para nosotros, en vista del debate sobre inmigración que alimenta los prejuicios de aquellos que utilizan nuestras diferencias para dividir a este país.
Las lesbianas, gay, bisexuales y transgéneros latinos estamos en mayor peligro de ser víctimas de crímenes de odio, tanto por el prejuicio que existe en contra de nuestra identidad sexual, como por el racismo que impera en algunos sectores de la sociedad.
El asesinato de Julio Rivera en Nueva York es un brutal ejemplo de la intersección de ambos prejuicios, la homofobia y el racismo, en abierto rechazo a nuestras identidades. Julio, un hombre gay latino de 29 años, fue atacado por tres individuos del grupo racista de cabezas rapadas o ‘skinheads’, quienes lo asesinaron, motivados por sus prejuicios en contra de la identidad latina y la orientación sexual de Julio.
En marcado contraste a esta intolerancia de unos pocos, la respuesta afirmativa de la comunidad y de la familia de Julio no se hizo esperar. Indignados con el brutal asesinato, la comunidad gay en Queens estableció la celebración de orgullo gay cada año, crearon dos centros comunitarios y un candidato abiertamente gay corrió para el Consejo Municipal.
Yo viví de cerca lo que es ser víctima del odio por ser quien soy. Varios individuos interceptaron mi camino en mi natal Puerto Rico. Se bajaron con armas y me gritaron “canto de maricón, te vamos a matar”. Afortunadamente sigo vivo, pero la imborrable huella de la homofobia, el odio y la intolerancia perdura en lo más profundo de mi ser.
Apoyado por el amor y la aceptación de mi familia, mi testimonio dio pie a que, gracias a la Fundación de Derechos Humanos, se legislara en Puerto Rico en contra de los crímenes de odio.
Afortunadamente, en ambos casos, brilló la esperanza de una respuesta de amor y solidaridad de las respectivas familias y comunidades. Reclamando justicia para las familias que sufrían por el odio, estas comunidades actuaron para cambiar sus entornos y hacerlos más seguros para las personas lesbianas, gay, bisexuales y transgéneros. El amor venció al odio.
Ya es hora que la comunidad nacional latina dé un paso al frente y apoye esta medida para proteger a las personas de crímenes de odio motivados por la orientación sexual o la identidad de género de la víctima. Es hora de que como sucedió en cada una de estas historias, en la comunidad latina el amor venza al odio.
Es hora de que hagamos espacio para que todos los miembros de nuestra familia vivamos en amor, en amor de familia.
Pedro Julio Serrano es Coordinador de Comunicaciones del National Gay and Lesbian Task Force.