Estando en el tren, entran dos músicos afrocaribeños. Uno acomoda su silla, coge los bongós y le entrega una maraca a una señora – que casualmente estaba parada al lado de él – para que les acompañara. El otro agarra su guitarra y se prepara. Tocan «It’s gonna be alright» con puro sabor caribeño, mientras la señora – tocando muy bien la maraca – les acompaña.

Terminan su canción y pasan el cepillo. Algun@s le dan su donativo en agradecimiento al entretenimiento inesperado en el tren. Al final, están sentados tres hombres blancos, pero ninguno se inmuta para donar algo. El bongosero, al ver que no hay contacto visual, le pregunta uno a uno si le gustó la música. Los primeros dos contestan que sí y le responden el saludo chocando puño con puño.

El tercero, más recio, se tranca. El bongosero se baja para tener contacto visual y le pregunta nuevamente. A regañadientes, contesta que sí. El bongosero le ofrece el puño para chocarlo con el suyo, pero el hombre blanco se resiste, hasta que el bongosero le dice: «anda, chócala, todos somos seres humanos». El hombre blanco cede y choca su puño, pero más importante aún, se le escapa una tímida sonrisa.

El señor blanco se suelta aún más y le dice al bongosero: «que tenga un buen día». El bongosero contesta: «gracias, mañana será aún mejor».

A veces el miedo a lo diferente nos aguanta, pero nuestra humanidad es mucho más fuerte que nuestros miedos. Tras lo que presencié, sé que mañana será mejor… ♥