Mi gente… puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que éstas han sido dos de las semanas más felices y esperanzadoras de mi vida.

El cambio – que he visto en las actitudes de mi gente, que he sentido en el amor que me han dado a manos llenas, que he palpado con mi corazón en sintonía con los corazones de nuestro pueblo – es algo que no tiene paralelo, que es cónsono con la esperanza que siempre he tenido en mi gente.

Sé que nuestro pueblo es un pueblo amoroso, respetuoso, sensible y solidario – un pueblo digno. Pero este viaje me lo requeteconfirmó.

Aún así, pude ver también el odio en sus peores manifestaciones. En momentos en que nuestra dignidad individual y colectiva fue reafirmada con los triunfos que como pueblo hemos tenido, pude palpar la resistencia de aquellas personas que necesitan entender que nuestra dignidad compartida va por encima de cualquier interés.

Y ésa es la próxima meta, con nuestro ejemplo, con nuestra bondad, con nuestra generosidad de espíritu, tenemos que cambiar las mentes y transformar los corazones de la gente que aún vive con los miedos que les inculcaron, con los prejuicios que no nos pertenecen, con la división que nos separa.

Este es nuestro momento, este es la era del amor, del respeto, de la nobleza, de la solidaridad, de la inclusión, de la sensibilidad y de demostrar y poner en práctica nuestros mejores valores.

Me voy a los niuyores temporeramente, en lo que finalmente me mudo, junto a Steven, Coquí y Ralph, a Puerto Rico para vivir permanentemente en nuestra patria.

Me voy con el corazón hinchado de tanto amor dispensado por mi gente en cada lugar que fui; me voy con la conciencia tranquila de la misión cumplida; me voy con la esperanza a flor de piel.

Me voy por ahora, pero nunca me he ido… pues siempre he estado con mi gente – en sintonía con nuestras mejores aspiraciones, con nuestros mayores valores, con nuestras identidades compartidas.

Pa’lante, siempre, mi gente… que venceremos! Puerto Rico será para tod@s… ♥