“¡Qué elemento! Mira este experimento, Idalia”, gritó el individuo que estaba parado en la esquina de casa mientras yo pasaba camino al trabajo.
Pensé si decirle algo por unos segundos y estaba a punto de ignorarlo. Pero no. Regresé donde él estaba y le pregunté: “¿A qué elemento se refiere? ¿Cuál es el experimento que le incomoda?”
Cobarde al fin como todo intolerante, como todo buen homofóbico, me dijo que nada, que no se refería a nada.
Le dije que si le incomodaba mi sweater rosa o el hecho de que yo pudiera ser gay, que más incomodaba su homofobia y su estupidez, pero yo no se lo repochaba.
Idalia le dijo: “te lo dije, chico. Que dejaras esa vaina. Eso te pasa por pendenciero y lengüilargo. No sé que tanto hablas si tu hermana es lesbiana. Pobre de ella con tu maldito odio a los homosexuales”.
Le extendí mi mano y le dije que todos somos seres humanos que merecemos respeto. Me correspondió el saludo, bajo su cabeza y asintió.
Seguí mi camino convencido de que el único experimento que aún no acabamos de resolver es el del respeto al otro. Espero que pronto lo descifremos por el bien de tod@s…