Quiero contar algo que me ha tomado un tiempo procesarlo, pero es justo y necesario – por el dolor que vi en sus ojos.
En un momento dado, en las vistas legislativas del proyecto de ley de no discrimen hacia personas LGBTT, sentí que alguien me miraba. De esas miradas que tú las sientes aunque no las veas.
Cuando miré hacia atrás, me percaté que era un joven que en un momento dado era abierta y públicamente gay, pues lo dió a conocer en un programa televisivo de variedades.
Estaba sentado junto a los fundamentalistas. Aunque me sonrió tímidamente, estaba con una tristeza que sólo se puede notar en los ojos. Lo vi atrapado, encerrado, desgarrado.
Hace un tiempo me llamó y me dijo que se había «convertido» y que se casaría con una mujer. Le dije que era maravilloso – tal y como es – que no tenía que «cambiar» y mucho menos «convertirse», que ya él es, que se aceptara y que fuera feliz. No me hizo caso.
Sólo espero que se pueda liberar del yugo de la opresión que se le ha impuesto. La felicidad está en aceptarse, valorarse y respetarse tal y como un@ es. Todavía está a tiempo… ♥