En el tren de Washington, DC a los niuyores, saco mi computadora. La enciendo. Sale la icónica foto en que celebro con mi bandera del arcoiris, junto a miles, el triunfo de la igualdad matrimonial en Nueva York.
Al poco rato, la señora que está a mi lado me pregunta: ¿ésa es la bandera gay, verdad?
Le contesto que sí y me dice ahogada en llanto: «mi hijo Heriberto era gay y murió de sida. De hecho, voy camino al aeropuerto a recoger a quien fue su pareja por 33 años. Es la primera vez que voy a conocerlo y viene para acompañarme a ver el AIDS Memorial Quilt y recordarlo con la colcha que le preparé en su honor».
Doña Ana continúa: «por creencias que me inculcaron y que no pude despojarme a tiempo, nunca acepté a mi hijo y lo renegué. Hasta le dije que el sida era un castigo de Dios por su homosexualidad. Nunca lo vi en sus últimos días, no me despedí de él, nunca le dije que lo amaba pues tampoco se lo pude demostrar en sus últimos años. Me tomó mucho tiempo, pero hoy voy a empezar a demostrar y dar ese amor que debí darle a mi hijo a través de quien probablemente él amó más que a nadie – su pareja Eduardo, quien lo cuidó, quien lo amó como yo no supe hacerlo».
Ahora el ahogado en llanto soy yo. La gente nos mira como si una tragedia hubiera pasado. Y sí, es una tragedia: que una madre, por creencias absurdas de odio e intolerancia que le atosigaron, no pudiera amar a su hijo en su totalidad.
Le doy un abrazo largo, apreta’o y le digo que no hay casualidades pues soy alguien que vive con vih por más de 18 años. Que probablemente este encuentro fortuito de nosotr@s es una muestra más de que su hijo – en su inmenso amor – le está haciendo entender que hoy empieza la reconciliación y que a través de quien fue su pareja, pueden amarse como siempre quisieron.
Me abraza y se despide, pues llegó su parada y quedo ahogado en llanto – recordando cuántos Heribertos y Anas hay en el mundo que aún no pueden amarse como quieren.
Sigamos luchando para que se abran los corazones y las mentes para que no tengan que demostrarse su amor – tardíamente – a través de los Eduardos, sino a través de ell@s mism@s en vida…
Gracias Pedro Julio, derramo lagrimas hoy en mi oficina al leer esto recordando tantos amigos buenos y de corazon que he perdido..es por ellos mis lagrimas hoy..los recordare amare para siempre!! Gracias por este momento y por todo lo haces, eres un angel y lo fuiste para esa Madre!
O
Excelente encuentro con la realidad de nuestro dia a dia. Permita Dios que el amor se manifieste en cada corazon y se respete la diversidad. Gracias por compartir esta historia de amor.
Pedro Julio, que triste pero preciosa historia. Cuántos y cuántas tendrán que vivir en carne propia ese rechazo y ese desamor de quiénes están llamados a amarlos más. Pa’ lante en tu lucha. Esas son las causalidades que te guian en tu camino. Un abrazo apreta’o pa’ ti.
Años atrás tuve una mala experiencia que aún me lamento. Tenía un amigo con hiv y muy enfermo, lo visitaba como médico en un hospital y en su casa como amigo. Compartimos lo mejor en cenas y diálogos con muchos de sus amigos. Cierta tarde estaba muy apurado para entrar a un negocio, pues ya cerraba y lo vi salir del mismo, me saludó y dijo: necesito hablar contigo-respondí- me esperas unos minutos o entremos al local porque ya cierra, te espero, respondió. Pasaron como 3 minutos y salí, ya no lo vi. Al día siguiente, luego de salir del hospital me dirigí a su casa. Era extraño tantas personas allí y entré, lo estaban velando, falleció como a las 22:30 , unas 2,5 horas después de hablar conmigo. Nunca supe lo que quiso decirme, pero me sirvió de lección de vida escuchar al necesitado en el momento preciso; unas lágrimas salen de mis ojos al recordarlos y sé el sufrimiento cuando de los discrimina y si es en la familia, peor. Soy médico psiquiatra y tengo muchos jóvenes en esa situación y solo atino a decirle: ama y haz lo que quiera, mientras viva tendrás en mí a un amigo, a un padre, a un hermano. Solo deseo compartir esta experiencia y en lo que pueda ayudar a través de este lugar, estoy disponible.
Qué absurdos son las religiones que se denominan seguidoras de Dios y de Cristo; si Dios es amor lo único que no aceptan en sus religiones es precisamente el amor y el amar; todo lo demás lo aceptan o toleran con justificaciones: matar, robar, herir sentimientos, abandonar personas, animales, adulterios, pedofilias y todos los males a imaginar. Si los mandamientos principales son amar a Dios y al prójimo ¿?. Para que haya menos Eduardos, Heribertos y que aumenten los amores de Ana a tiempo: ama y haz lo que quieras.
Triste pero hermoso este relato que seguramente es la historia de tantísimos hijos y tantísimas madres. Hay que amar sin prejuicios. Solamente amar.
hermosa experiencia, y mas hermoso aun que te tomes el tiempo de contarla y compartirla… no es solo una leccion de que el amor hay que demostrarlo a la saciedad, es un recordatorio de que todos tenemos la oportunidad de reconocer cuando nos hemos equivocado y aunque sea tarde para reponer de alguna manera lo que hemos hecho o dicho, la vida nos abre una puerta para rectificarlo de otra forma…. un beso y un abrazo enorme
Wow, que histria mas conmovedora. Aunque tarde para.demostrar el amor a su hijo y haberse reconciliado, por lo menos Ana recapacito y pudo transformar su rechazo e ignorancia en Amor y eso es lo que trasciende. Ojala mucho padres entendieran a tiempo lo que Ana no pudo. Amor para todos mis hermanos/as de la comunidad lgbtt.
Que hermosa historia, gracias por darnos a conocer todas tus vivencias que nos ayudaran a comprender mejor, a abrir nuestros corazones y las mentes de las personas que tienen creencias absurdas de odio e intolerancia. Dios te bendiga y te cubra con su manto querido Pedro Julio
Amo tanto a mis hijos que sea lo que sea cuentan conmigo y no juzgo les brindo amor y cada uno es quien dará cuentas a Dios, aquí mi amor es incondicional y cada uno debe darlo ya que no sabemos cuando no estarán o estaremos para decirles aunque sea un consejo … Lo principal Amor