«Hijo… tengo un hijo como tú», me dijo nervioso el viejito en la farmacia.
«¿Cómo yo?», pregunté.
Un poco abochornado me contestó: «no sé la palabra correcta, pero lo amo».
A lo que respondí: «la palabra correcta es hijo y fue lo primero que me dijo. Pero lo más importante es el verbo, la acción, el sentimiento que luego acompañó a esa primera palabra y es el amor».
Sonrió, sonreí, me dijo: «gracias» y se despidió. Gracias a usted, don Esteban – gracias a usted.
No hizo falta decir más, el lenguaje del corazón habló… ♥
Que hermoso relato, ojala muchas personas lo leyeran..
Gracias por compartirlo 🙂
El amor en su plena expresión!… Gracias por compartirnoslo Pedro
¡Que momento! Hasta leerlo emociona… 🙂