Estoy súper contento, orgulloso y agradecido — en especial a Bil por invitarme a ser parte de este magnífico portal como el primer bloguero que escribe en español — de iniciarme como parte de la gran familia de Bilerico Project. Es un honor poder compartir junto a tanta gente talentosa y maravillosa que lucha por la igualdad y la justicia.
Y me parece súper apropiado que mi primera entrada aquí sea para celebrar el que la Asociación Americana de Psicología (APA por sus siglas en inglés) confirmara, una vez más, que la orientación sexual no se puede cambiar. En una resolución presentada en su más reciente convención anual, la APA urgió a los profesionales de la salud mental a evitar ofrecer terapias «reparativas» pues la orientación sexual no puede cambiarse. De hecho, la organización estableció que dichas terapias pueden ser dañinas, no tan sólo para las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros (LGBT), sino para sus familias y para la sociedad.
Me siento orgulloso de pertenecer a una organización — National Gay and Lesbian Task Force — que ha trabajado desde el 1973 con este tema, logrando que la homosexualidad y la bisexualidad sean consideradas orientaciones sexuales válidas, saludables y dignas.
Y es que ya era hora de que se pusiera punto final a una de las controversias que más ha afectado la salud mental de las personas LGBT. Esta resolución es una noticia muy alentadora para l@s que apoyamos la completa humanidad, moralidad y valía de todas las personas LGBT. Y también es hora de que los profesionales de la salud mental que practican este tipo de terapia desacreditada y dañina cesen y desistan de una vez de presentar falsos argumentos de que la homosexualidad se puede «curar».
Recuerdo que una psicóloga, cuando era apenas un niño, le dijo a mis padres que yo tenía «dudas» sobre mi propia virilidad y que tenían que ponerme a hacer «actividades propias de un niño» para que pudiera ser «heterosexual». Lo irónico es que sólo había ido para tomar las pruebas psicológicas propias de un niño de mi edad, pero salí con un diagnóstico — si se puede llamar así — de tener que reafirmar mi «masculinidad». O sea, la «masculinidad» según definida por esta psicóloga que pudo haber creado profundos daños si mi familia le hubiese hecho caso.
Y es que lo único que debemos «curar» es la homofobia. Debemos reconocer que el prejuicio por orientación sexual y por identidad de género es un mal social que tenemos que combatir. Tenemos que crear una sociedad que acepte e incluya cada un@ de nosotr@s, especialmente l@s jóvenes que se identifican como lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros. Ciertamente tod@s seremos más saludables cuando cada un@ de nosotr@s pueda traer su completa humanidad, su completa identidad a nuestros trabajos, a nuestras escuelas, a nuestras iglesias y a nuestras comunidades.
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