El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, otorgará la más alta distinción de ese país, la Medalla Presidencial de la Libertad, a dos personas abiertamente gay o lesbiana, la tenista Billie Jean King y el difunto político Harvey Milk; lo que me hace recordar que una lesbiana puertorriqueña recibió ese honor hace 13 años de manos del ex-presidente Bill Clinton, la doctora Antonia Pantoja (QEPD).
Tengo el honor de colaborar en varios proyectos con quien fue su pareja, la doctora Wilhemina Perry, quien sigue activa luchando por los derechos de las comunidades lésbica, gay, bisexual y transgénero (LGBT), con un enfásis particular en la juventud LGBT y l@s jóvenes sin hogar. De hecho, este noviembre, la organización boricua LGBT de la ciudad de Nueva York, el Puerto Rican Initiative to Develop Empowerment (PRIDE) reconocerá la labor de esta pareja de extraordinarias mujeres.
Pantoja, nacida en San Juan y que vivió su vida adulta en la ciudad de Nueva York, fue una pionera en las luchas de la diáspora boricua. Educadora, trabajadora social, feminista y líder de derechos civiles, Pantoja fundó ASPIRA – una organización para desarrollar los valores de la educación y el compromiso con la comunidad boricua y latina; el Foro Puertorriqueño – que incubó muchas organizaciones y proyectos para promover la auto-suficiencia económica; y la Universidad Boricua, que ahora se conoce como el Boricua College.
En los ’70, ASPIRA, bajo la tutela de Pantoja, entabló y ganó una demanda federal para lograr educación en español para los estudiantes latin@s en la ciudad de Nueva York. Esta victoria se considera con un punto culminante en la lucha por lograr eduación bilingüe en los Estados Unidos. Luego de una vida de luchas en favor de las comunidades boricuas y latinas, Pantoja murió en el 2002 de cáncer. Aún así, su legado continúa en todas las instituciones, victorias y vidas que tocó, en especial en la lucha que aún lleva la doctora Perry a favor de las comunidades LGBT.
La contribución de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros a la historia y los pueblos es inmesurable. Por lo que estos reconocimientos presidenciales me dan esperanzas de que en todos los países del mundo podamos reconocer, en igualdad de condiciones, la aportación que hemos hecho a la historia. Hoy, al recordar a estas dos pioneras, se hace un pequeño y humilde homenaje a esas dos valientes y extraordinarias mujeres, Wilhemina y Antonia. Gracias por su legado de amor, gracias por su enorme contribución a todos los seres humanos.