
Hoy cumplo 29 años de VIVIR con vih.
Lo que en aquel entonces era una sentencia de muerte, se ha convertido en una vida de lucha, amor y esperanza.
Qué vengan muchos años más, con la esperanza de que esa frase se reduzca a una sola palabra: VIVIR.
De hecho, he vivido más de la mitad de mi vida con un intruso que no tiene más poder que yo.
Con mi alma, mi espíritu, mi mente, mi corazón, con todo mi ser, he vencido al vih por 29 años.
Gracias al amor que me levantó aquel 24 de marzo de 1994 —de quien fuera mi pareja José.
Al conocer de mi resultado positivo —él siendo negativo— me dijo: “nada cambia, el amor sigue igual”.
Ese amor me salvó. Hoy, 29 años después, vivo por ese amor.
Que todo ser viviente —siempre— se encuentre con ese amor que salva.
¡Qué viva la vida, puñeta —y qué viva el amor!