Pedro Julio Serrano
El Nuevo Día
Un alegado paladín de la moral fue ayer a la televisión nacional a justificar el asesinato de personas trans bajo la falsa y temeraria justificación de que “los hombres son engañados”.
Este es el odio que nos acecha, que nos insulta, que nos deshumaniza, que nos violenta, que nos mata.
El que un medio le dé paso a un mercader del odio no tan solo es asqueante, sino que es cómplice de la violencia de género, los crímenes de odio y la violencia intrafamiliar que hacen epidemia en Puerto Rico.
Eso es irresponsable. Más aún cuando no se invitó a ninguna mujer, ni a nadie que defienda la perspectiva de género a exponer sobre el asunto.
La desinformación, la violencia, el desprecio, la deshumanización, el odio —que desfilaron campeantes por allí— deben ser condenados por todes y no pueden volver a repetirse.
Sobre todo, porque en ese programa casi nunca invitan a les defensores de los derechos humanos y cuando nos invitan quieren que debatamos nuestra existencia.
A nadie se le ocurriría invitar a un supremacista blanco y racista a debatir su humanidad con activistas antiracistas y defensores de las personas negras. Pues tampoco se puede invitar a un fundamentalista —que quiere negar la existencia de las personas LGBTTIQ+— a debatir con un activista a favor de la equidad.
El colmo es que los grupos fundamentalistas son los mismos que dicen que “a mis hijos los educo yo” y que alegan que el Estado no puede obligarlos a vacunarse por una defensa de la autonomía del cuerpo que no asumen para el derecho al aborto y el derecho de la gente trans a sus terapias hormonales.
Ahí sí quieren que el Estado intervenga, para quitar derechos, para deshumanizar a las mujeres y la gente trans, para violentar su dignidad.
Usted no quiere casarse con alguien de su mismo sexo, no lo haga; pero no puede obligar a las demás personas a dejar de amar a quienes aman porque a usted no le parece. Usted no quiere abortar, no lo haga; pero no puede pretender que otres no puedan decidir sobre su propio cuerpo. Usted no quiere hacer una transición, no la haga; pero no trate de que la gente trans no pueda acceder a tratamientos hormonales.
Sea consistente con su exigencia de que en el cuerpo manda une.
Es peligroso el resurgir un movimiento que persigue, que desinforma, que deshumaniza. Es temerario el envalentonamiento de los grupos de odio que promueven la desigualdad hacia las mujeres y las personas LGBTTIQ+.
En sus manos están los asesinatos de nuestra gente LGBTTIQ+ en los más horrendos crímenes de odio. En sus manos está la epidemia de violencia de género. En sus manos está el incremento de la violencia intrafamiliar.
Sus discursos fomentan ese odio, esa violencia, esa deshumanización que permite que nos sigan acechando, violentando, asesinando.
Es hora de que eduquemos con perspectiva de género, que los medios sean responsables del contenido que presentan, que cada vida en este país sea respetada en su completa dignidad.
Ya basta de tanto odio. Vamos a reconocer nuestra común humanidad. Puerto Rico somos todes.