Yo perdí el miedo hace un tiempo atrás.
Había empezado a perderlo cuando aprendí a vencer el vih. Supe que para vencerlo, tenía que vencer el miedo – a la muerte, a enfermarme, al estigma.
Luego, atentaron contra mi vida en dos ocasiones, aparte de las innumerables amenazas de muerte. El miedo hizo su aparición por cuatro meses – en los cuales me autoexilié. Pero regresé para hacerle frente al miedo y vivir.
Finalmente, llego el cáncer y ahí sí que perdí todo miedo. Si era capaz de enfrentar – con todo lo que tengo y todo lo que soy – dos de las condiciones más fuertes de nuestros tiempos, pues nada podría detenerme.
Y así, llegué hasta hoy. Cuando pienso en todo esto, sé que el miedo no es una opción – ni para amar, ni para soñar, ni para luchar… mucho menos para vivir.
Jean Paul decía que «los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después».
No queda otra opción que ser valiente…