Cuando ayer me expresé sobre las conversaciones difíciles que tenemos que tener para mejorar nuestra patria, me refería también a aquellas que tenemos que tener en el seno de la comunidad LGBTT.
Lo confieso, fui homofóbico. Así lo aprendí de esta sociedad y aún – al día de hoy – voy desaprendiéndolo. Porque me inculcaron falsamente que ser quien soy es «malo» y ahora sé que ser quien soy es maravilloso.
Ahora bien, desarraigar ese prejuicio es un proceso que posiblemente dure toda una vida, pues nos enseñaron a odiar lo que somos, repito: a odiar lo que somos. Entonces, pasar de ese auto-odio al amor propio tiene que ser un ejercicio constante.
Lo terrible es que utilizamos ese prejuicio en contra de nuestra propia gente. Porque es difícil internalizar ese amor propio y despojarse del odio que nos endilgaron. A veces, es por tratar de encajar con algún heterosexual que dice ser solidari@, pero todavía pone «peros» a la aceptación total. Como cuando dicen «l@s apoyo pero que respeten», «l@s acepto pero que no se partan», «que tengan sus derechos pero no el matrimonio».
Y entonces, dentro de la comunidad LGBTT, repetimos esos prejuicios, pero a nuestra forma. Como cuando dicen «esas loquitas ridículas me dan vergüenza», «que se comporten porque les estamos dando razones para que nos discriminen», «tenemos que ser modelos ejemplares para que nos respeten».
La gente nos tiene que respetar porque somos seres humanos, punto. Somos tan seres humanos como los demás, no tenemos que ser modelos o ejemplos de la mejor conducta para tener nuestros derechos. L@s heterosexuales hacen miles de cosas que son absurdas, pero tienen todos sus derechos y no se les ataca por ser heterosexuales.
Si alguien hizo algo mal es porque hizo algo mal, no por ser LGBTT. La gente justifica sus prejuicios cuando alguien no se comporta ejemplarmente, pero es sólo eso – una justificación. No sigamos perpetuando el discrimen y la homofobia con este tipo de discurso.
En fin, las personas se miden por el respeto a los demás, por sus acciones, por su humanidad. Las personas no se miden por las características que puedan tener que son parte de su identidad – eso se respeta por encima de cualquier otra consideración.
Pero para llegar a ese punto, quienes ya estamos encaminad@s, tenemos que deshacernos de nuestros prejuicios y asegurarnos que a l@s próxim@s niñ@s se les crie y eduque sin prejuicios, pues no nacen con ellos. Tenemos que aprender a amarnos – tales y como somos – para poder amar a l@s demás. Ese es nuestro mayor reto…
Haces un punto y muy sabio, muchas veces nos olvidamos que en nuestro propio comportamiento hay muchos prejuicios de los cuales es importante despojarnos para tener paz y harmonia. Para poder exigir que los demás no sean prejuiciosos el cambio tiene que comenzar en uno mismo.