Alejandro cuenta su historia…

En una actividad en el Hostos Community College, llena de amor, pero también cargada con la emoción de ser sobreviviente del acoso escolar o «bullying», el joven líder abiertamente gay y boricua de pura cepa, Alejandro contó su historia y nos conmovió a tod@s. Su testimonio impactante, su llamado contundente: no más odio, tenemos que construir escuelas y lugares seguros para tod@s. No escribo más, que sea Alejandro el que cuente su historia. He aquí su ponencia:

Buenas tardes, soy Alejandro… soy latino, soy negro, batallando con mi peso, tengo deficit de atención y soy gay. Soy un paraíso para los “bullies” o los acosadores.

El “bullying” o acoso es abuso. Son actos repetidos por un tiempo tratado de imponer por la fuerza el poder de un grupo sobre una persona u otro grupo.

Un día en la escuela para un estudiante que está siendo hostigado es la peor de las pesadillas.

Por muchos años, he sido víctima del odio de algunas personas. Y cuando eres acosado te preguntas: ¿por qué me pasa esto a mi? ¿qué hice para ser el blanco de estos ataques? ¿estaré haciendo algo para merecerme esto? Pero la verdad es que no tienes que hacer nada para ser blanco de estos ataques, que no has hecho nada malo y que no te lo mereces.

Ellos te hostigan porque no caes en la categoría de lo que ellos consideran “normal”. Yo era al que nunca pedían que jugara con ellos, al que los “bullies” llamaban raro, monstruo, retardado, loco, gordo y pato. Me llamaban así porque en vez de rock, hip-hop o reggaetón, escucho jazz. Porque en vez de leer Harry Potter, leía la biografía de don Pedro Albizu Campos o Don Quijote de la Mancha.

Recuerdo a una amiga especial que tenía: escuchábamos música, leíamos libros y hablábamos por horas. Un día la encontré que compartía con los “bullies”… las mismas personas que nos acosaban y nos la ponían difícil. Sólo porque ella me pidió ser su novio y le dije: “no quiero ser tu novio pero seré tu amigo siempre”. Ella me conocía bien, éramos amig@s y usó todo lo que sabía de mi en contra mia.

Un día en la cafetería por no dejar que un “bully” se me colara en la fila, me escupió en la cara. Sus amigos dijeron que yo había empezado el encontronazo, así que me metí en un lío.

Otro día estrené tennis nuevas y los “bullies” me las pisotearon. Los empujé para que me dejaran quieto y me aguantaron entre todos y me pintaron los zapatos. No podí aguantar el llanto, furioso me defendí como puede. Nos enviaron a todos a detención. La principal y el orientador me dijeron que mis reacciones violentas me iban a poner en la cárcel algún día.

Mi mamá fue a la escuela para hablar con la principal y el orientador y radicó una querella en la Policía. También fue a la Junta Educativa y pidió una reunión para exigir que proveyeran un ambiente seguro para mi. Yo estuve en la reunión y tuve que escuchar la explicación de la principal. Ella dijo que estás cosas siempre suceden, le echó la culpa a mi déficit de atención y que tenía mal humor por todo este conflicto. El orientador dijo que el problema era que yo no sabía aceptar un chiste. El llamó a este patrón de abuso: ¡un chiste!

Toda esta situación me fue impactando de muchas maneras. Empecé a sentirme muy triste y solo, no dormía bien, comía mucho y aumenté de peso. También perdí interés en mis actividades favoritas y no me quería levantar en las mañanas.

El último día que estuve allí, había una asamblea en el gimnasio. Cuando me estaba sentando, unos muchachos de secundaria me halaron al medio de la cancha. Traté de soltarme, pero eran cinco. Me bajaron los pantalones y me dejaron en el medio del gimnasio sin pantalones. No sabía qué hacer, pues todos se reían de mí. Me quería morir ahí mismo. Fue el momento más humillante de mi vida. Una maestra y un custodio intervinieron para devolverme los pantalones. Cegado por el coraje y el dolor, fui tras ellos y alcancé a uno, que aunque era más grande que yo, pude desquitarme. Me mandaron a la oficina y a detención por ser violento y atacar a ese estudiante.

Aún ese día, con todas las personas que presenciaron el incidente, la principal no tomó en serio mis alegatos. Ella llamó a mi mamá, quien me recogió y me llevó a la casa. Mami llamó a la Policía otra vez y radicó otra querella. Me abrazó y me besó y me dijo que me apoyaba. Yo lloré muchísimo y me llevó al hospital. Ella salió de la habitación por un momento y decidí que iba a acabar con mi miseria. Traté de suicidarme.

Cuando Mami regresó, empezó a gritar y corrió a la cocina, cogió un cuchillo y cortó la soga. Luego de eso, pasé diez días en una unidad psiquiátrica. Gracias a los profesionales de la salud mental que me ayudaron, junto al amor y el apoyo de mi familia, pude sobreponerme a ese período tan difícil.

Mi mamá me transfirió a otra escuela, donde convoqué a los estudiantes que sufrían de acoso por cualquier razón. Formamos un grupo informal para darnos apoyo mutuamente y exigir un detente a cualquier tipo de “bullying”. ¡Y funcionó! Hemos logrado muchas cosas junt@s.

El mes pasado, el presidente Obama y su esposa Michelle hicieron una cumbre sobre “bullying” y ahora hay una página en internet con información y herramientas para combatirlo. De hecho, hay muchas páginas y proyectos contra el “bullying” en muchas escuelas, pero no es suficiente.

Siento que luchar contra el “bullying” no es la responsabilidad de Obama, su gobierno o de las escuelas nada más. Es mi responsabilidad y es tu responsabilidad. Es responsabilidad de tod@s. Es nuestra responsabilidad el educar y enseñar a nuestros niñ@s y jóvenes con palabras y acciones, con el ejemplo, de que tod@s tenemos que poner de nuestra parte. Tenemos que educar a nuestr@s niñ@s, a nuestr@s herman@s, nuestr@s familiares y amig@s que tod@s somos diferentes, pero tenemos que ser tratad@s iguales. Y tengo algunas palabras que ayudará a empezar en esta lucha: amor, igualdad, respeto, diversidad.

Necesitamos una mejor perspectiva en la vida. No está bien el degradar la dignidad de nadie. El “bullying” tiene serias consecuencias que son duraderas: las heridas mentales y emocionales duran toda una vida. Es tiempo de dejar a un lado la apatía y empezar a importarnos por l@s demás.

Por tod@s l@s niñ@s y jóvenes que han sufrido este acoso y por tod@s quienes han acabado sus vidas porque no encontraron salida, les debemos un mejor futuro. Muchas gracias por su atención, manténganse fuertes y mis bendiciones.

Para ver fotos del evento, ve a Facebook. To read this testimony in English, go here.

5 comentarios sobre “Alejandro cuenta su historia…

  1. Sigue adelante, la vida esta llena de mucha cosas, como la envia, el odio, rencor, persona que son mediocres y piesan más halla, por eso actuan así. Pero tu no le tomes en cuenta eso y sigue adente. Suerte y que tengas un buen día.

  2. El “Bullying”

    Quiero expresar mi admiración por este joven, que a su corta edad a demostrado mas valor que muchos «lideres» que conozco, soy un escritor de cuentos y leyendas, Profesor de Artes Marciales, maestro de Capellanía, líder sindical, ambientalista y solidario con el dolor ajeno. No apoyo las causas justas por que la persona sea negro, latino, gay, gordo o pobre, los apoyo porque son SERES HUMANOS y si lo son somos hermanos, el día que empecemos a vernos de esa manera se caerán muchas cadenas en este mundo, el relato de Alejandro me conmovió mucho, en mi escuela superior, fui victima de «Bullying» cuando no se hablaba de este tema y el nombre ni siquiera había sido creado, pero era gordo, muy grande, leía historia y a García Márquez, era evangélico, no usaba drogas ni bebía bebidas alcohólicas, todo un espécimen extraño para una escuela pública como Papa Juan XXIII en Bayamón, Puerto Rico. Comencé a practicar a escondidas Artes Marciales con vecinos y amigos y fui el «punching bag» de los que sabían mas que yo, pero aprendí a defenderme y perderle el miedo a los golpes, un día un compañero de clases que le encantaba divertirse molestándome, se paró frente a mi mientras charlaba con un amigo mutuo, me comenzó a decir estupideces y como no había nadie más mirando le dije que me dejara en PAZ, me respondió muy sonreído: «Hay bendito» y se quito el reloj y los espejuelos para retarme a pelear, para su sorpresa me levanté me quité los espejuelos y me preparé para pelear, nuestro amigo mutuo se sentó muy cómodo a ver el espectáculo, la historia no es demasiado larga, le lance una patada con toda la intención de NO darle, el joven tomó el movimiento como una ridiculez, así que se abalanzó a tirarme un recto de derecha, esta vez mi pierna reaccionó del susto, no recuerdo haber peleado nunca antes, la patada lo tocó en la punta de la quijada y cayó desplomado sobre las escaleras mientras se agarraba la quijada y decía: «Me dió, me dió» y nuestro amigo gritaba: «Lo achocaste!!!» De pronto se regó lo de la pelea como reguero de pólvora y me convertí en miembro del grupo de «karatecas» de la escuela mientras se creaban historias sobre mis «practicas secretas» de Shaolín tipo Bruce Lee, Nunca había tomado clases formales de artes marciales, así que todo lo que se decía era fantasía, pero fue mágico, nadie me molestó más y todos se hicieron mis amigos. Odio la violencia, no me gusta pelear y decidí ese día que aprendería a defenderme para enseñar a otros a «NO pelear» aunque no estoy activo en estos momentos di clases de defensa personal a mujeres en diferentes gimnasios, esta historia pasó hace mucho, hoy soy un hombre de 51 años que pudo pasar esta historia sin un final triste, pero en esa misma escuela golpearon con bates a jóvenes solo por ser diferentes, me pongo a su disposición si interesan algún tipo de curso de Defensa Personal, se pueden comunicar con Lilliam la mama de Alejandro que es mi amiga del alma y nos pondríamos en comunicación… Iván UN VIEJO LOBO (IH-8/Abril/2011 9:17 AM)

  3. La admiración deja sin palabras y asi me he quedado yo, leyendo las letras de Alejandro.

    Una leccíon de Dignidad Suprema.

    Un saludo

  4. Esto lo enmarcare en mi pared de AMOR. Cade vez que lo leo se me inunda el corazon de amor y el alma respira esperanza.

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