En el avión de camino a Puerto Rico para poder pasar los últimos momentos con mi Abuela Elsie en el ocaso de su vida, recibí una nota muy especial de una pasajera. María, una joven militar, me escribió: «Gracias por ser un luchador incansable por los derechos de la comunidad. Estoy bien orgullosa de tu lucha, de ti y no sólo yo, sino mis amigos también. Otra vez gracias por dejar saber lo grande que somos».
Estando ansioso y triste por la inevitable muerte de mi Abuelita, me puse a llorar. Pero lloré de alegría, de satisfacción, pero también de renovación. Alegre porque el amor con el que lucho y el que recibo de mi gente – me dió fuerzas para continuar mi peregrinaje a los brazos de mi Abuela para despedirme de ella. Satisfacción porque le di en vida todo mi amor, precisamente el amor que ella me enseñó, el mismo amor que me enseñaron mis padres Alicia y Toñi, así como mis otr@s abuel@s (QEPD) Pedro Julio, Héctor y Alice – tod@s me ensenaron a amar sin condiciones ni límites. Y renovación porque en el mensaje que me escribio María se encuentra la clave para ganar nuestra batalla por la igualdad.
Tenemos que demostrar lo grande que somos. Sí, a través de nuestras vidas, de nuestras acciones y de nuestras identidades – borrar, con amor, tanto prejuicio, tanto odio, tanta ignorancia. Tenemos que recordarles, con amor, a aquell@s que pretenden deshumanizarnos, nuestra dignidad. No es fácil, pero es la única manera para ganar los corazones y las mentes de nuestr@s detractor@s.
Durante el funeral, pude comprobar esta verdad. El cariño y el respeto de la gente, de mi familia, amig@s y desconocid@s por igual a la lucha que llevamos por la igualdad se hizo palpable. Reconociendo mi humanidad, y por ende, la humanidad de mi gente lesbiana, gay, bisexual y transgénero – esa gente que se me acercó, pudo derrotar el prejuicio, para reconocer a ese ser humano que resulta ser gay.
Y es que aún cuando hemos avanzado en nuestra lucha, hay mucha gente que sigue incómoda con la homosexualidad. Y nuestr@s detractor@s se han aprovechado de eso para negarnos nuestra igualdad. Es por ésto, que tenemos que contar nuestras historias, hablar con nuestr@s amig@s y familiares sobre nuestra humanidad. Hacerl@s parte de nuestras vidas, sin esconder el amor que sentimos por nuestras parejas, sin esconder parte de nuestra identidad. Sintiéndonos orgullos@s de lo que somos para poder demostrar, como me escribió María, «lo grande que somos».
Como ejemplo de cómo podemos tocar los corazones y cambiar las mentes, recuerdo como una viejita se me acercó durante el funeral y me dijo: «Ay, que muchacho más guapo. Me lo voy a llevar pa’ casa». Yo cogí el teléfono y empecé a marcar un número. Ella me preguntó a quien llamaba, y le dije: «a mi novio, para que se lo diga». Ella, riéndose a carcajadas, me contestó: «ya sabía yo que te conocía de algún lado, pero quiero decirte que te apoyo en todo». Con este momento jocoso, pudimos establecer un vinculo inmediato, un reconocimiento de nuestra humanidad.
El amor no es fácil, pero amar y educar a la gente con quien compartimos a diario es una tarea constante. Si vivimos de cara al sol, con la frente en alto, con la dignidad como nuestra mejor arma, con nuestra identidad a flor de piel – podemos tocar los corazones y cambiar las mentes; podemos ganar esta lucha.
El tiempo está de nuestro lado, la historia está de nuestro lado, la razón está de nuestro lado; pongamos el corazón de nuestro lado. De mi parte, en la despedida de duelo, renové mi compromiso de amar como hizo mi Abuela en vida. Mis últimas palabras fueron: vivamos en amor, pues el amor todo lo puede.
Hola Pedro:
Te acompaño en tus sentimiento por la partida de tu abuela, pero ahora ella esta en mejor lugar, lugar a que esperamos llegar muchos. Dios le tenia su espacio reservado en su justo momento, aunque la partida de seres queridos nos duela.
Yo quiero unirme a Maria y nuevamente agradecerte por todo lo que haces por nosotros, pues se que lo haces con el corazon. Tienes un talento e inteligencia envidiable. Dios te esta utilizando como agente de cambio y tengo mucha fe en que ese cambio se dara de forma paulatina pero permanente. Un fuerte abrazo y bendiciones para ti, Steven y ambas familias.
Melanie
Eres una persona valiente y fuerte . Hasta ahora has sabido enfrentarte a la vida con sabiduria , la misma con la que vas seguir hacia delante aun con el dolor que embarga tu corazon ..Donde quiera que este esa persona tan amada por ti ; esta orgullosa y velara por siempre para que todo te salga bien . Suerte y para lante tienes un compromiso moral y espiritual que alcanzar .
DIOS TE BENDIGA Y MUCHO ANIMO
ISABEL