Columna en El Nuevo Día
Veinticuatro.
Fueron 24 las víctimas (o como yo suelo llamarles, héroes y heroínas) puertorriqueñas de la tragedia ocurrida, hace un año, en la discoteca Pulse de Orlando.
Al ser una tragedia eminentemente boricua, el Municipio de San Juan creó el primer monumento dedicado a la comunidad LGBTT – en memoria a las víctimas de Orlando – localizado en El Escambrón.
Allí, nos reuniremos este jueves 22 de junio desde las seis de la tarde para honrar la vida de aquellos que nos fueron arrebatados por causa del odio.
Ese odio que puede comenzar con un rechazo, una burla, un proyecto de ley que quite derechos.
Sí, porque a veces pienso que algunos no han aprendido nada de esa tragedia. Que son capaces de quitar derechos, legalizar el discrimen e incitar a la violencia.
A un año de esta tragedia, tenemos que combatir esfuerzos por crear una ley que permita que se discrimine a seres humanos por el mero hecho de ser quienes son o amar a otro ser humano.
A un año de esta tragedia, nuestros miembros más vulnerables – los jóvenes trans – tienen que encontrarse con la realidad de que el gobierno no les permite vestir ni usar el baño de acuerdo a su identidad de género.
A un año de esta tragedia, todavía se debate si el matrimonio de una pareja gay va a tener los mismos derechos que el de una pareja straight.
Así como tenemos la amenaza de la desigualdad, tenemos la esperanza del amor que vence al odio.
Hemos visto las historias de los familiares de los héroes y heroínas de Orlando – que amaron incondicionalmente, en vida, a sus hijos tales y como eran. Que en muerte, los recuerdan abrazando su total identidad – con orgullo, con amor, con aceptación.
Hemos visto la historia del amor entre Michael, que sobrevivió a la tragedia, y Martín que murió en sus brazos mientras él lo protegía.
Hemos conocido de la bravura de una madre que murió protegiendo a su hijo durante este acto tan vil.
No todo está perdido. Los corazones y las mentes de las personas siguen abriéndose. Los que odian son cada vez menos. El amor siempre vence – siempre.
Mañana, en El Escambrón, haremos votos porque la consigna, el mensaje, la promesa que llevemos siempre sea que el amor es más fuerte que el odio, que todo ser humano es valioso, que la diversidad nos hace más fuertes a todos.
Seguiremos luchando para que retumbe en nuestros corazones, que resuene en nuestras mentes, que reafirme en nuestras conciencias esa verdad absoluta y liberadora de que amor es amor es amor es amor es amor.