“No te echarás con varón como con mujer; es abominación”, gritaba, a boca de jarro, la mujer en la estación del tren.
El tren está atrasado, pues hubo un “incidente» en otra estación. Nuestra estación está repleta a más no poder.
“Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”, ella continuaba incitando a la violencia.
Confieso que busqué este segundo versículo al llegar a la oficina, pues no lo recordaba tal y como ella lo dijo.
La mujer recitó unos cuantos versículos más hasta que se oyó un estruendo. Confusión, gritería, llamadas al personal del tren y de emergencia.
Se había desmayado la mujer. Un hombre que dice ser doctor la socorre. Vuelve en sí.
Le dan algo de beber, ella dice que padece de diabetes. Se va recuperando lentamente. El doctor no se le aparta hasta que llegan los paramédicos.
Luego que se van, el doctor se monta en el tren (que finalmente llega tras más de 20 minutos).
En la estación de Grand Central se baja el doctor, no sin antes darle un beso en la boca de despedida a quien supongo es su pareja. Es otro hombre.
La mujer, tal vez, nunca sabrá que aquel a quien condenaba fue quien la socorrió. A él no pareció importarle. Y a mi me queda claro que cumple, fielmente, su juramento hipocrático.
Mantener tu humanidad ante todo, aún cuando intentan destruirla, es la señal más clara de alguien digno – aunque unos versículos intenten decir lo contrario. Amén.
Es increíble e inaudito que la gente siga creyendo semejante patraña de que la Biblia es palabra de Dios. Una cosa es que se la lea como un libro que contiene historias, cuentos, parábolas, etc y otra es vendernos eso como inspiración exclusiva de Dios. Un libro que contiene historias bonitas sí, pero también las más horribles atrocidades y derramamiento de sangre. Con razón algunos movimientos cristianos (por no mencionar cuáles) son tan agresivos llevando el supuesto mensaje de la salvación. Bueno, si la misma Biblia es su motor: «el reino de los cielos sufre violencia y solo los violentos lo ganan», pobre de nuestro mundo.