Mi anécdota favorita de mis vacaciones sucedió en Puerto Rico:
Un joven cristiano, que aún va a la iglesia de Wanda Rolón pero que pronto buscará una más inclusiva y respestuosa de tod@s, me paró en el aeropuerto y me entregó esta nota y me rogó que la leyera cuando estuviera en el avión:
«Soy un joven que asiste a la iglesia de Wanda Rolón, pero por favor no botes este papel. Lee hasta el final.
«A través de lo que he leído de tus pensamientos y lo que he visto de tus acciones, he aprendido a desaprender. Me enseñaron que ser homosexual es pecado, pero contigo aprendí que ser quien uno es no puede ser pecado.
«Me enseñaron que tenía que pelear en contra de gente como tú que quiere abrir espacios, pues según ellos, corrompes la sociedad, pero aprendí a que la haces más justa para todos.
«Me enseñaron a que tengo que ser macho, fuerte, sin llorar, ni mostrar emociones… pues así tenemos que ser los ‘hombres’, pero aprendí que ser hombre no es machismo, ni reprimirse.
«Desaprendí los prejuicios y aprendí los valores. Mis valores son universales – no cristianos – y por eso amo a mi prójimo, respeto a mi vecino, vivo mi vida y no la de los demás, soy solidario y compasivo.
«Qué Dios te bendiga, Pedro Julio, que te bendiga siempre con salud, con fuerza, pero sobre todo, sabiduría para que reconozcas que aquellos que te pueden oponer en este momento, pueden ser quienes te apoyen en el futuro. Te lo digo, pues soy uno de esos. Echa pa’lante, hombre bueno y valioso de nuestra patria. Recibe mi abrazo y mi bendición.»