Es mucho lo que un@ puede ver y escuchar cuando presta atención. Hace unas semanas decidí quitarme el ‘i-pod’ — que uso cuando viajo por los trenes de la ciudad de Nueva York — para empezar a escuchar y ver a la humanidad que me rodea. Y hoy — de camino a ofrecer una charla a un grupo de personas que viven con vih/sida — escuché y vi uno de los actos más desprendidos de los que he sido testigo.
Un cuarteto de voces — hombres afroamericanos — venían cantando una melodía navideña con alusiones cristianas y pedían limosna a l@s pasajer@s. Justo al frente mio habían dos mujeres que iban con un niño de aproximadamente 4 años. El niño llevaba llorando un rato y alcancé a escuchar que estaba triste porque su mamá le había dicho que Santa Claus no podía traerle el regalo que el quería porque era muy caro.
Paul — pues averigué su nombre después cuando nos bajamos en la próxima estación — se detuvo frente al niño y sin más, le entregó un dólar. El niño miró a su mamá, quien le dio permiso para que aceptara el obsequio. Las lágrimas del niño se desaparecieron inmediatamente y se dibujó en su rostro, una enorme sonrisa — tal vez pensando que ahora tendría con qué pagar el regalo que tanto anhela.
El cuarteto de voces se bajó en la próxima estación y me fui tras ellos. Me le acerqué y le agradecí el gesto tan desprendido. Le expliqué por qué lloraba el niño y le pregunté que si eran cristianos. Me contestó que sí y me dijo que son cristianos de acción y no de palabra; que cantan melodías que invocan a Jesús, pues fue un profeta que amó genuinamente.
Me llamó la atención esta aseveración y mi próxima pregunta era predecible: quería saber que opinaban de la gente gay. Y la respuesta fue contundente: «los amamos, porque sabemos lo que es estar en el margen de la sociedad y Dios nos dió un solo mandamiento: amarnos los unos a los otros como El nos ha amado».
Le comenté que cada vez que voluntari@s del Ejército de Salvación (Salvation Army) me piden un donativo, les explico que me encantaría pero que su organización discrimina contra la gente lesbiana, gay, bisexual y transgénero (LGBT) y que prefiero dar mi dinero a la gente que destaca y vive los valores humanos de amor, solidaridad y respeto a la diversidad.
Procedí entonces a darle al cuarteto de voces un humilde donativo, no sin antes preguntarle a Paul, Michael, TJ y Phillip dónde vivían. Me contestaron orgullosa y cándidamente: «vivimos en la calle, en el margen de la sociedad donde somos invisibles al ojo humano pero visibles a aquel ser humano que nos quiera ver. Ofrecemos amor a través de nuestro arte para alegrar corazones y sembrar esperanzas».
Si alguien quiere saber lo que debe ser el verdadero significado de la Navidad, sólo tiene que abrir los ojos y los oídos, pero sobre todo el corazón para ver como la solidaridad — ponerse en el lugar de la otra persona — es uno de nuestros mayores valores. Y es que la solidaridad — y por ende el amor — transforma vidas, todo lo puede y vence al odio, siempre a través de los actos más inesperados, pero más genuinos.
Felicidades a tod@s, que puedan celebrar junto a sus seres querid@s, pero sobre todo que vivamos la esperanza de descubrir el verdadero significado de lo que debe ser nuestra comunidad: que no es otra cosa que nuestra común humanidad…
Qué hermosa y significativa experiencia y qué adecuada tu reflexión.
Muchas felicidades y bendiciones para todos y todas en esta Navidad y en el nuevo año.
Que hermosa historia. Se nos olvida que esxisten los milagros…y que mucha gente en el mundo calladamente esta construyendo la paz y el amor. Feliz Navidad
Bellísimo.
casi un agno mas tarde disfruto de tu escrito y me maravillo de la grandiosa experiencia. que bueno que te quitaste tu I Pod el cual nos separa de las grandezas que tenemos a nuestro alrededor. un abrazo Pedro. Continua con tu comun humanidad.