
Acabo de regresar a mi rincón de patria, tras una semana poderosa de regreso al frente de lucha —de donde nunca me he ido.
Lo hago con el mayor amor y compromiso del universo. Todo lo hago de corazón.
Aún así, de cara al medio siglo, busco el balance entre el deber y mi paz.
Vivir en Boquerón me ha dado una perspectiva distinta. Soy más pausado, valoro mi privacidad, me enfoco en el bienestar propio y el común.
Es por eso, que salir de mi paraíso —espacio de confort— para venir a la jungla citadina es un ejercicio de pura voluntad.
Es saber que no puedo permanecer silente, ni distante, de la lucha que ha sido mi vida.
Me toca ir al frente de batalla de una guerra —la cual no buscamos, pero que nos han declarado— que es injusta y cruel. Es inhumana.
Que quede claro que nos vamos a defender. Que no vamos a dar ni un paso atrás. Que seguiremos avanzando hacia la equidad.
Aquí estoy como soldado de fila —listo pa’ lo que venga— cueste lo que cueste.
Ahora toca terminar preparativos para darles la bienvenida al mejor y más grande festival LGBTQ+ de Puerto Rico y del Caribe, Orgullo Boquerón.
Les espero en mi esquina de patria, donde el sol alimenta mi alma, donde la arena me conecta con mi terruño, donde el cielo —con el azul de nuestra bandera— me muestra la inmensidad de nuestra común humanidad.
Desde allí y desde acá —desde donde sea— estamos liberando a nuestra gente y a nuestra patria. Seguimos…